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Arte

Por primera vez se exhibe al público el códice del Cantar del Mío Cid

Tras más de seiscientos años de historia en los que esta joya de la literatura mundial ha ido pasando de mano en mano, el valioso códice del Cantar del Mío Cid puede ser visitado por el público en la Biblioteca Nacional Española, aunque tan solo durante 15 días.

Quien no recuerda este libro de su época de estudiante. Imposible ser ajenos a la que según todos los indicios es la primera obra poética en castellano y que además relata por parte de un autor anónimo algunos de los episodios en la vida de un personaje tan importante en nuestra historia como lo fue Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.

Desde hoy miércoles y como parte de la exposición ‘Dos españoles en la historia: el Cid y Ramón Menéndez Pidal’, el manuscrito sale de la cámara acorazada en la que se encuentra desde hace casi 60 años para poder ser contemplado en todo su esplendor a través de una vitrina de cristal.

El receptáculo que lo acogerá durante estos próximos días, al igual que la cámara en la que reposa habitualmente, estará provisto de las condiciones idóneas de conservación para preservar el estado de un pergamino que ya viene acusando el deterioro propio del transcurrir del tiempo. Es decir, se mantendrá a una temperatura constante de 21 grados y con una humedad en torno al 45%.

Tal y como ha explicado Ana Santos, directora de esta institución, de producirse la mínima variación en estos parámetros, los sensores de seguridad enviarían de modo urgente una señal de alarma al teléfono móvil en el que el jefe de conservación de la Biblioteca recibe en tiempo real todos los datos. De inmediato éste aplicaría el protocolo establecido para estos casos, poniendo rápidamente a salvo el códice.

No hay que descuidar que tanto el paso de los años como la azarosa vida que ha llevado, ya han dejado su huella en esta importante obra literaria. Así lo apunta Javier Docampo, jefe del Departamento de Manuscritos, Incunables y Raros de la BNE, a la vez que señala que “el manuscrito se encuentra en un delicado estado de conservación y en muchas de sus hojas presenta manchas de color pardo oscuro debido a los reactivos que se han venido utilizando ya desde el siglo XVI”.

Esto se suma a otros contratiempos conocidos, como que el códice está carente de tres partes originales, la primera pagina y otras dos más adelante. Bien es cierto que esta pérdida ha podido ser paliada de algún modo, puesto que esas lagunas han sido deducidas por medio de otros relatos escritos de la época como la ‘Crónica de veinte reyes’. Eso sí, al no estar presente la primera de las páginas se desconoce el título original por parte del autor, aunque bien es cierto que por lo que éste describe en algunos de los versos se presagia que bien podría haber sido ‘Gesta’ o ‘Cantar’.

Contenido e historia

El relato de este poema de versos consta de tres partes. En primer lugar, el ‘Cantar del destierro’, que hace mención al exilio del Cid y sus gestas en las campañas militares conquistando tierras no cristianas. Seguidamente el ‘Cantar de las bodas de las hijas del Cid’, que se refiere a los matrimonios de sus hijas doña Elvira y doña Sol con los infantes de Carrión, además de a la conquista por parte del Cid de la ciudad de Valencia. Por último, el ‘Cantar de la afrenta de Corpes’, en el que se relata el maltrato de los infantes de Carrión hacia sus esposas, las hijas del Cid, además de la reivindicación de éste al rey para hacer justicia y despojarles de su honor, junto con las espadas ‘Tizona’ y ‘Colada’ cedidas anteriormente como dote a sus yernos.

Alrededor de un siglo después de la muerte del Cid en 1099, fue compuesto el Cantar del Mío Cid. Más tarde, ya hacía 1207, el monje castellano Per Abat tomó nota de aquel poema en un manuscrito que en el siglo XIV sería transcrito en el códice que hoy se expone en la BNE. Para llegar hasta ahí ha tenido que pasar por una y mil andanzas.

Tras varios años en el que se perdió su pista, reaparecía en el siglo XIX entre la herencia del Conde de Santa Marta. Su fama ya traspasaba fronteras y cuando cayó en manos del bibliógrafo Pascual de Gayangos, el British Museum trató de comprárselo con un cheque en blanco. Este se negó y lo puso en conocimiento del por aquel entonces ministro Pedro José Pidal. El político e historiador no consiguió que el gobierno lo adquiriera, así que lo hizo él mismo. De éste pasó a su hijo y del mismo a su sobrino Ramón Menéndez Pidal, uno de los más grandes estudiosos del códice. Así fue pasando de generación en generación rechazando suculentas ofertas por parte de sus dueños hasta que el 20 de diciembre de 1960 el códice fue donado a la BNE a través de una cantidad estipulada de 10 millones de pesetas.

Desde entonces permanece allí a buen recaudo y aunque aún no forme parte de las colecciones de arte más valiosas del mundo, su valor hoy se calcula muy por encima de los 20 millones de euros. Eso sí, nadie piensa ni en broma en deshacerse de él.

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